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15/3/10

La Balsa de la Medusa


Resumen

La Balsa de la Medusa es un oleo del pintor frances Gericault, que se inspiró para componerla en el naufragio de un barco de la marina francesa. Representa a un grupo de unas diecinueve figuras abandonadas en una balsa en mitad del océano. Algunas figuras parecen muertas o agonizantes, en tanto otras parecen en trance de realizar un supremo y último esfuerzo para sobrevivir llamando la atención de un barco que parece encontrarse a lo lejos. Aunque Gericault la pintó con una motivación política, la obra se ha convertido en un icono romántico y una representación de la Humanidad. Además, resulta útil para hacer reflexiones acerca de los comportamientos y actitudes de las personas ante situaciones diversas.


Análisis
Cuando uno se encuentra frente a este lienzo, lo primero que salta a la vista es que es enorme; mide unos cinco por siete metros de largo. Gericault lo pintó un siglo antes de que se popularizara el cine, pero no cabe duda de que su intención era la de conseguir algo parecido a lo que consigue el cine (y por cierto, no la televisión); que el espectador se sienta atrapado por el cuadro, que se meta en él. Y desde luego, en este cuadro hay algo de cinematográfico; como si fuera una película, nos cuenta una historia de un modo absorbente.


En él hay representadas diecinueve figuras. Algunas, las de los más viejos, están vueltas hacia nosotros y nos muestran sus semblantes rendidos, en tanto otras, las de los jóvenes, nos dan la espalda y ondean trapos intentando llamar la atención de algo que podría ser un barco, porque parece que vemos la vela, allá lejos.

Gericault logró un indudable acierto con la composición de este cuadro, situando el punto de vista del espectador (nosotros) desde detrás de la balsa. La disposición de las figuras en una diagonal es tal que nuestra mirada se ve llamada hacia la parte derecha del cuadro, en donde los jóvenes agitan unos trapos para llamar la atención de alguien. ¿De quién? La respuesta primera es; para llamar la atención de nosotros, los espectadores; de hecho es imposible no ver esos trapos. La respuesta segunda es; para llamar la atención de algo que debe haber en la parte superior derecha. Como ellos, también nosotros aguzamos la vista para buscar algo, ¿pero qué? ¿Hay una vela? ¿Viene un barco?


Aparte de los esperanzados (los jóvenes) y los desesperados (los viejos), están los muertos. Hay cinco figuras desfallecidas, de las que no sabemos si es que están a punto de morir, o si tal vez han muerto hace poco, dado que aun no se las han comido ni las han arrojado por la borda.


Enfebrecido de santa artisticidad, Gericault pintó La Balsa de la Medusa en 1819. Cuentan que estaba tan obsesionado con darle verosimilitud a la escena que dio en apilar cadáveres en su estudio, para pintar los muertos con el realismo más absoluto. Estaba decidido a pintar el cuadro romántico por excelencia. Algunos detalles, en efecto, son tópicos de la pintura romántica. Llaman la atención, por ejemplo, los claroscuros del cuadro, con ese cielo tormentoso sobre un mar verde, y la palidez de los náufragos. Gericault fue muy minucioso con su cuadro, y el resultado fue tan realista que a algunos de sus contemporáneos les pareció una imagen demasiado insoportable de la agonía humana. Aunque ahora nos parezca increíble el cuadro fue censurado, y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que fue reconocido.


La tensión dramática, desde luego, es brutal. Los náufragos, amontonados en una especie de pirámide humana, se esfuerzan denodadamente por erguirse una última vez, parecen pugnar por levantarse. Unos a otros se apoyan, se sostienen. Pero la vela del barco al que llaman, aun en el caso de que sea una vela, esta muy lejos. ¿Les habrá visto? ¿Se acercará? Un detalle, un detalle desolador, es que la vela de la balsa esta hinchada hacia la izquierda, lo que significa que el viento sopla en dirección contraria a la situación del aparente barco salvador. ¿Les alejara de él? ¿Les alcanzará? Que escena tan insoportable.


¿Por qué este cuadro se ha convertido en una imagen icónica de tal fuerza? Una razón estriba en su sencillez. El cuadro consta de tres elementos. El océano, la vela (hipotética), la balsa y sus ocupantes, Para ser escueto, diría que cada uno de estos elementos se corresponden con los tres elementos impactantes de una historia de naufragio; la muerte, la esperanza, el abandono


Empezando por la muerte representada en ese mar embravecido es evidente que las historias de naufragios impactan por suponer una muerte particular. Y una primera razón es que entendemos que una muerte así es particularmente espantosa. Cuando se pone a la gente en la tesitura de describir una muerte digamos deseable, ¿Quién elegiría para si una muerte lenta, consciente y en soledad como la de un náufrago?¿Qué perspectiva puede ser mas horrorosa que la de aguardar el fin solo, abandonado, a merced por completo del océano? Las personas que tienen la inmensa suerte de salir de una situación así podemos decir en verdad que han vuelto de la muerte. A veces, en los programas de televisión vemos a alguien que afirma haber vuelto de la muerte, y habla de luces al final de un túnel y que habló con su abuelo y cosas así. Estos testimonios pueden ser mas o menos intrigantes, pero lo que es seguro es que nunca serán tan conmovedores como los de un naufrago, pues realmente el naufrago es el hombre que debía estar muerto y no lo está.


Y es que este es el segundo motivo por el que nos conmueven las historias de naufragios. Las historias de naufragios son historias de esperanza, pues vemos en ellas que, del modo más inverosímil, las personas finalmente salvan la vida. Pero se trata de una esperanza ciega y que no consuela, pues quien vive y quien muere se decide estrictamente por azar. En el cuadro esta esperanza esta representada por ese barco que no se ve, pero del que nos dan noticia los trapos que agitan los dos jóvenes.


La tercera razón por la que nos impactan las historias de náufragos es por que tenemos pavor a sentirnos abandonados. En las historias de náufragos, el protagonista a veces es repudiado por sus semejantes (como en Robinson Crusoe) otras veces sencillamente se pierde o es olvidado. En cualquier caso el naufrago puede preguntarse si hay alguien buscándolo, si le echan de menos y, en definitiva, si es alguien para sus semejantes. El miedo al abandono es casi tan fuerte como el miedo a la muerte, pues, en definitiva, el abandono es algo así como estar muerto para los demás.


Estos tres elementos es lo que esta presente en las historias de náufragos, y en este cuadro en particular. Representan en buena medida la condición humana, y desde luego no hace falta que hayamos nunca naufragado para comprenderlo. Cualquiera que haya sentido la presencia de la muerte, la soberanía del azar, o el horror de sentirse abandonado a si mismo esta capacitado para comprenderlo.


Contextualizacion
Gericault ilustraba un episodio que se dio en realidad. En 1816, el buque de guerra francés Medusa encalló en un banco de arena a cincuenta millas de Senegal. Como no había botes para todos, los oficiales subieron a una balsa a ciento cincuenta marineros. Incapaces de remolcarlos, y asustados por la posibilidad de quedarse sin víveres, los oficiales y los aristócratas de los botes acabaron por cortar la soga y dejarlos a su suerte en el mar. Dias después avistaron un barco, pero este, para su desesperación, pasó de largo. Tras dos semanas a la deriva, los marineros supervivientes (solo quince) fueron rescatados, y Francia se conmocionó con su relato de resistencia y patetismo. Los franceses, por otro lado, se indignaron con una historia que ponía de manifiesto el insoportable elitismo de la marina, en la que unos oficiales entregaban a la muerte a los marineros por pura comodidad. Fue en este estado de ánimo que Gericault se puso a pintar su obra.


Hay muchísimas otras historias de naufragio famosas en la historia del arte, pues, como se ha dicho, es un tema extraordinariamente sugerente. La novela clásica sobre naufragio es Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, que se basó en un caso real. Mas recientemente está la película Naufrago, con Tom Hanks, o la serie Perdidos.


Mucho mas terribles son las historias de naufragios basadas en hechos reales. El hundimiento del Titanic es el episodio mas conocido, tal vez porque se interpreta como un castigo a la soberbia del espíritu humano que se cree capaz, erróneamente, de dominar la naturaleza con su técnica. Es increíble que doscientos años después se sigan viviendo todos los días episodios como el de la Balsa de la Medusa de gente que lucha por su vida entre la indiferencia general. En África, en Asia y en el mundo en general, los abandonados y los ignorados se cuentan por millones. Esta insensibilidad ante el abandono es de lo que sigue denunciando a gritos este cuadro aún en la actualidad.