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25/1/11

¿Archivista o Archivero?

En octubre 2010, cuando fui entrevistado (Haaz) por diputados del Congreso Local, como parte del proceso de selección de un Vocal del Instituto de Transparencia Informativa del Estado de Sonora (somos nueve aspirantes y aún no ha sido tomada la decisión respectiva, a la fecha actual en enero 2011), expuse que ha sido mal tratado el papel de los responsables de archivos en el gobierno estatal y de los municipios, incluyendo aquí lo referido a la profesionalización, ubicación en el catálogo de puestos y nivel de sueldos, etc.

Así, dije “archivistas”, aunque dudé acerca de la denominación. Y, al salir de la entrevista, uno de los asistentes (fue sesión abierta al público), Don Carlos Moncada (distinguido abogado, autor de libros, periodista y ex director general del archivo y boletín oficial del gobierno de Sonora) me comentó que lo correcto es “archivero”, aunque se usa también la otra denominación.

Lo anterior me motivó a indagar más al respecto; y encontré que es común el uso de ambas denominaciones, como sinónimos. La Real Academia Española dice
archivero, ra.
1. m. y f. Persona que tiene a su cargo un archivo, o sirve como técnico en él. 2. m. Méx. archivador (‖ mueble).
archivista.
1. com. archivero.

"Un archivero o archivista es una persona con titulación superior o media dedicada a la organización y mantenimiento de un archivo público o privado".
es.wikipedia.org/wiki/Archivero

En mi opinión (Haaz), creo mejor usar la denominación “archivista”, referida a personas. La de “archivero”, la dejo para los muebles (y me evito el problema de usar lenguaje no-sexista, en el que tendría que decir “archivero/a”).


Buscando una definición de archivista

Luis García Ejarque define en su Diccionario del Archivero Bibliotecario
(2000) al archivista (archivero, en España) como la “persona responsable de un archivo” y profundiza, “persona titulada profesionalmente para dirigir un archivo o desempeñar parte de sus funciones técnicas.

En España, por ejemplo, el primer reglamento orgánico de la profesión de archivero se aprobó el 24 de mayo de 1849 y en 1856 salen los primeros archiveros titulados oficialmente quienes se formaron en la Escuela de Diplomática.

En México la definición y preparación de los y las archivistas ha sido distinta, se les ha comparado con ratones de oficina, por aquello de que pasan mucho tiempo entre los papeles, y como sepultureros, por lo del “archivo muerto”.

Apuntes sobre los Archivistas

Profesionalmente, un(a) archivista puede depender de una administración pública (un ente público, una universidad, etc.) o de una empresa privada u organismo social.

Su tarea principal consiste en elaborar y aplicar el cuadro de clasificación de la documentación del organismo, institución o entidad para que se aplique tanto en los archivos de gestión u oficina como en el archivo definitivo, y controlar su seguimiento y actualización.

Lleva a cabo, además, los instrumentos de descripción necesarios para facilitar la búsqueda y recuperación de documentación por parte de los usuarios que tienen acceso al archivo (guías, inventarios y catálogos). Esto incluye el uso de tecnologías de informática y comunicaciones.


Las personas que trabajan en los archivos han adquirido los conocimientos de manera empírica y la mayoría de las veces toman el gusto por el manejo de los documentos sobre la marcha.


Aunado a lo anterior se añade la visión de autoridades tradicionales (que aún existen), sobre los archivos, por un lado los ven como oficinas de castigo donde mandan a personas conflictivas o malos empleados, y por otro lado, los ven como simples bodegas que sólo les son de utilidad cuando necesitan con urgencia algún documento que les va a resolver un problema.

Para contrarrestar lo anterior, debemos decir que el verdadero archivista es una persona con auténtica vocación, que no le importa hacer labores de guardián, cargador, investigador, restaurador, clasificador o encargado de la información. El archivista tiene un alto grado de responsabilidad y de abnegación que lo mismo le da trabajar en una bodega, debajo de las escaleras o en un cuartito mal acondicionado.

La profesionalización del archivista

Por desgracia, en muchos países como en México la preparación profesional de un archivista es escasa.

En nuestro país son pocas las ofertas de estudios para formar profesionales en el área de la archivística.

Aquí algunos ejemplos: La Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), fundada en 1945 y dependiente de la Secretaría de Educación Pública ofrece la Licenciatura en Archivonomía con nueve semestres de duración.

La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), desde 1992 imparte la Licenciatura en Ciencias de la Información Documental con cinco años de estudio.

Desde 1998, el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) incluye en sus programas un Diplomado en Archivística.

Además, el Archivo General de la Nación por su parte ofrece desde los años ochenta los siguientes Diplomados: Paleografía y Diplomática, Administración de Documentos, Especialización en Archivística Eclesiástica. También ofrece cursos de capacitación en: Introducción a la Archivística, Administración de Documentos Activos, Administración de Documentos Semiactivos, Rescate y Organización de Archivos Municipales, Formación de Instructores en Archivística, Administración de Documentos Históricos, Informática Aplicada a los Archivos, etc.

Todas estas instituciones, se localizan en el centro de la República.

Conclusión

La labor de los archivistas no es nada fácil, se tienen que enfrentar a una serie de problemas en los que, en ocasiones, todo está en su contra. Los investigadores y los usuarios de los archivos en general deben estar conscientes que el trabajo de los archivistas de hoy repercutirá en el rescate, organización y recuperación de los instrumentos para hacer historia. Y, más aún, ahora resultan de una gran importancia para asegurar que se cumplan cabalmente las normas en materias del derecho al acceso a la información pública y transparencia de los gobiernos y de quienes usan recursos públicos.

Desde las escuelas debe de sensibilizarse a los estudiantes en la importancia de la conservación y manejo de los documentos, y nuestros legisladores y servidores públicos en general deben hacer todo lo necesario a fin de crear y consolidar una cultura en la que los archivos se conviertan en verdaderos centros de información, con los profesionales y recursos suficientes para llevar a cabo de manera óptima todas sus tareas esenciales.
calidad@ahaazd.com

Para seguir con este tema, les invito a leer el documento titulado “La profesión de archivero entre el pasado y el futuro” de Michael Duchein.

http://www.arxivers.com/idadmin/docs/04_1_art_cast-o63Vna8.pdf

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