No se trata de un deporte reconocido y al practicarlo no se disfruta.
Las presentes instrucciones se han redactado, en primer lugar, en beneficio de aquellos, que por su tarea, vienen obligados a nadar y se encuentra con que esta agua está infestada de tiburones.
Es obvia la importancia de enterarse, antes de ponerse a nadar, de que el agua está infestada de tiburones. Conviene, por razones de seguridad, suponer que este paso inicial ya se ha dado. Ello no tendría gran importancia en el caso de que las aguas no estuviesen infestadas de tiburones. En el caso de que lo estuviesen, el inadvertido nadador ya no estaría ahora en condiciones de recibir ayuda. No podemos dudar de que como mínimo, habría perdido todo interés por aprender cómo se nada entre tiburones.
Finalmente diremos que nadar entre tiburones es como cualquier otra habilidad. No puede aprenderse sólo en los libros, el novato tiene que practicar para desarrollarla.
Las reglas que se darán a continuación establecen simplemente los principios que, si se siguen, harán posible sobrevivir mientras se llegar a ser un experto mediante la práctica.
1. Suponer que todos los peces no identificados son tiburones
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No todos los tiburones tienen el aspecto de tales; además, algunos peces que no lo son actúan a veces como tiburones. Lo mejor es suponer que toda especie desconocida es un tiburón, a menos que usted, haya comprobado en más de una ocasión que su comportamiento es dócil en caso de derramamiento de sangre. Nadadores inexpertos han sido con frecuencia objeto de mutilaciones por haber supuesto que el comportamiento dócil de un pez en ausencia de sangre era señal de que no se trataba de un tiburón.
2. No sangrar
Es un principio muy importante que si usted resulta herido, ya sea accidental o intencionadamente, no debe sangrar. La experiencia demuestra que el sangrar propicia un ataque aún más agresivo y a menudo provoca la participación de tiburones no implicados en el hecho o que, como se ha indicado más arriba, son dóciles normalmente.
Es evidentemente difícil no sangrar al ser herido.
De hecho, a primera vista puede parecer imposible.
Sin embargo, la práctica diligente y constante, permitirá al nadador experimentado sufrir una serie de laceración sin sangrar e incluso sin pérdida ninguna de la compostura.
Este reflejo hemostático en parte puede ser condicionado, pero depende también de aspectos constitucionales.
Aquellos que no sean capaces de aprender a controlar su efusión de sangre, no deben intentar nadar entre tiburones puesto que el peligro a que se exponen es demasiado grande.
El control de la efusión de sangre lleva en sí un positivo elemento protector para el nadador. El tiburón quedará confuso sobre si su ataque le ha herido o no y esta confusión constituye una ventaja para el nadador. Por otra parte, el tiburón puede saber si le ha herido y no comprender por qué no sangra usted ni da muestras de sufrimiento. Esto también afecta profundamente a los tiburones. Empiezan a cuestionar su propia potencia o a pensar que el nadador posee poderes sobrenaturales.
3. Contestar rápidamente a toda agresión
Los tiburones raramente atacan a un nadador sin previo aviso. Generalmente hay alguna acción preventiva exploratoria. Es importante que el nadador se dé cuenta de que este comportamiento es el preludio de un ataque y tome una pronta y vigorosa acción correctora. La respuesta adecuada es una fuerte bofetada en el hocico. Casi invariablemente, se evitará con ello un ataque en mayor escala puesto que demuestra que usted conoce las intenciones del tiburón y está preparado para utilizar las fuerzas que sean necesarias para repeler sus acciones agresivas.
Algunos nadadores creen erróneamente que una actitud congraciadora evitará el ataque en estas circunstancias.
Ello no es correcto: tal respuesta lo que hace es provocar el ataque del tiburón.
Aquellos que mantienen este erróneo punto de vista pueden generalmente ser identificados por la falta de algún miembro.
4. Salga del agua si alguien está sangrando
Si un nadador (o un tiburón) ha sido herido y esta sangrando, salga usted prontamente del agua. La presencia de sangre y el ensuciamiento del agua producirán el comportamiento agresivo incluso en el más dócil de los tiburones. Lo de este último grupo con poca experiencia en el ataque, a menudo se comportan irracionalmente y atacan a nadadores o tiburones no implicados. Algunos llegan a ser tan ineptos que en la confusión se hieren a si mismos.
No tiene ninguna utilidad intentar rescatar a un nadador herido. Es posible que sobreviva al ataque o que no, pero la intervención de usted no puede protegerle una vez se ha derramado sangre. Aquellos que consiguen sobrevivir a tal ataque, raramente se aventuran de nuevo a nadar entre tiburones, actitud, por otra parte fácilmente comprensible.
La falta de contramedidas eficaces ante el ataque plenamente desarrollado de tiburones subraya la importancia de las anteriores reglas.
5. Use correctivos anticipadamente
Un constante riesgo para el nadador experimentado estriba en el hecho de que los tiburones olviden esta condición y puedan atacarle por error. Algunos tiburones tienen muy mala memoria en este aspecto. Esta pérdida de memoria puede evitarse mediante un programa de correctivos anticipados. El nadador experimentado debería aplicarse a estas actividades periódicamente, siendo la periodicidad inferior a la memoria de los tiburones, razón por la cual no es posible establecer intervalos fijos. El proceso deberá repetirse frecuentemente con los tiburones desmemoriados y sólo será necesario realizarlo una vez con los tiburones que tienen buena memoria.
El procedimiento, en esencia, es el mismo descrito en la regla 3, una fuerte bofetada en el hocico.
Ahora, sin embargo, la bofetada es inesperada y sirve para recordar al tiburón dos cosas: que usted está alerta y que no le teme.
Los nadadores deben tener cuidado de no herir al tiburón y hacerle sangrar en este ejercicio por dos razones:
La primera es que los tiburones a menudo sangran con profusión, lo que conduciría a la situación descrita en la regla 4.
La segunda es que si los nadadores se comportan de esta manera será difícilmente posible distinguir a los nadadores de los tiburones.
De hecho, los nadadores renegados son bastante peores que los tiburones, puesto que ninguna de las reglas o medidas aquí descritas es efectiva para el control de su comportamiento agresivo.
6. Desorganice un ataque organizado
Generalmente los tiburones están suficientemente centrados en sí mismos y por ello no actúan de acuerdo contra el nadador. Esta falta de organización reduce considerablemente el peligro de nadar entre tiburones. Sin embargo, en determinadas ocasiones los tiburones pueden lanzar un ataque coordinado contra un nadador e incluso contra uno de ellos mismos. Si bien el último caso no interesa especialmente al nadador, si es que es esencial que uno sepa como tenérselas con un ataque organizado de tiburones dirigido contra un nadador.
La estrategia adecuada es la división. Los tiburones pueden ser segregados de su ataque organizado en una de las dos maneras siguientes: en primer lugar, los tiburones como grupo son muy propensos a las disensiones internas. Un nadador experimentado puede disgregar un ataque organizado introduciendo algún factor, a menudo sin importancia y trivial que induzca a los tiburones a pelear entre ellos. Generalmente, cuando el conflicto interno se solucione, los tiburones no podrán ni siquiera recordar qué es lo que pretendían hacer, ni mucho menos organizarse para hacerlo.
Un segundo método de división consiste en introducir algún factor que enfurezca de tal modo a los miembros del grupo, que empiecen a “soltar coces” en todas direcciones, alcanzando incluso, en su furia, a objetos inanimados.
¿Qué factor debería introducirse? Lamentablemente, son distintos los que propician la disensión interna o la furia ciega en un determinado grupo de tiburones, puesto que lo que enfurece a un grupo puede pasar inadvertido
No creemos necesario indicar que es falto de toda ética que un nadador atacado por un grupo de tiburones trate de contraatacar dirigiéndolos contra otro nadador.