En las técnicas presupuestarias, hace muchos años surgió el denominado “presupuesto participativo” que tuvo como caso paradigmático el aplicado en Porto Alegre, Brasil.
En Sonora, México, se incorporó la participación ciudadana en la presupuestación, en los años ochenta, siendo Gobernador el Dr. Samuel Ocaña y luego el Ing. Rodolfo Félix Valdés.
Actores determinantes de ello fueron el Lic. Marco Antonio Cubillas Estrada y el Dr. Salvador Ortíz Pérez (QEPD).
Los buenos resultados de esa ciudadanización de la planeación y presupuestación, aún son recordados por mucha gente.
Había efectiva participación.
No existían medios como la red Internet, y tal vez eso ayudó a mejores interacciones directas de las personas funcionarios públicos y las ciudadanas y los ciudadanos.
Cabe mencionarse que en 1984 se promulgó la ley de planeación del estado de Sonora, en la que se dispone la participación ciudadana en los procesos de formulación del plan estatal de desarrollo y de los programas derivados del mismo, en la presupuestación, en el control y en la evaluación. Todo esto se hizo a través del Coplades y los Coplam.
El activo funcionamiento del COPLADES y de los COPLAM, fue muy útil respecto a la programación – presupuestación de acciones, obras y servicios para el desarrollo sectorial, regional y municipal.
También en relación a la celebración de convenios de coordinación intergubernamental y acuerdos de concertación con grupos sociales y de actividades productivas.
Así, algunos de los casos más exitosos de la inclusión de la voz ciudadana en la presupuestación, son los siguientes.
El Programa Estatal de apoyo al Fortalecimiento Municipal (FORTAMUM), mediante el cual se canalizaron recursos del presupuesto estatal a los ayuntamientos, para la realización de obras aprobadas por los COPLAM respectivos, que a su vez tenían abiertas diversas opciones para la ciudadanía, individualmente, en grupos comunitarios, gremiales y sectoriales. A dichos recursos estatales se sumaron los que cada ayuntamiento y grupo social aportaron, conforme a lo convenido con el Ejecutivo del Estado.
El Programa Estatal para el Desarrollo Regional (PEDR), en el que se incluyeron proyectos acordados en el seno de cada uno de los doce Subcomités Regionales del COPLADES; y la manera de instrumentarlo consistió en lo siguiente: del presupuesto estatal se desprendieron recursos para asignarse a cada región, en función de criterios acordes a la Política Regional del Plan Estatal de Desarrollo 1985 – 1991; a estos recursos se sumaron los que fue posible convenir con el gobierno federal. Así, el monto determinado para cada región se distribuyó en los proyectos resultantes de trabajos de consulta y análisis efectuados en los respectivos subcomités del COPLADES.
La ejecución de un programa especial de gran magnitud relativo a obras de agua potable y alcantarillado, con aportaciones de los tres niveles de gobierno, las comunidades beneficiadas y créditos de BANOBRAS. La definición de este programa se hizo en el Subcomité Especial de Agua Potable y Alcantarillado del COPLADES.
Esto es sólo una muestra representativa de hechos que reflejan el fortalecimiento del SEPD en los años ochenta e inicios de los noventa; hubo otros casos también relevantes, como los proyectos de Modernización Urbana (por ejemplo: Metroplan de Hermosillo) y el Programa Familia – Escuela – Gobierno, con una muy amplia y efectiva participación social en la planeación, la instrumentación y el seguimiento de la ejecución correspondiente.
La figura de Agente de Consulta Popular, fue incorporada en el COPLADES, a fin de contar con Ciudadanos encargados específicamente de organizar, promover y apoyar la participación social en el proceso de planeación por cada subcomité del COPLADES.
¿Qué ocurrió después?
Los programas federales, como el de Solidaridad, operaron con normas que limitaron mucho el papel de los Coplade y Coplam en el país, en razón de que crearon otros órganos (Consejos de Solidaridad) a través de los cuales se decidían y canalizaban recursos.
Luego, con la creación del Ramo 33 y de sus fondos específicos destinados a municipios, se fortalecieron las finanzas municipales de manera que no necesitaban mucho de la coordinación con el gobierno estatal en la programación y presupuestación de obras, servicios y acciones diversas.
El Ayuntamiento de Hermosillo aplicó la metodología del presupuesto ciudadano o participativo, en dos años, sin embargo, no resultó exitoso, según análisis e investigaciones que luego se hicieron.
Finalmente, en esta nota, cabe señalarse que los ordenamientos legales relativos a la planeación y el Coplades siguen vigentes, pero, poco atendidos en la práctica. Esto amerita revisión a fondo y prontas decisiones al respecto.
El caso de Porto Alegre