La nueva Guía (ISO 26000) fue aprobada con el 93% de los votos a favor, entre los que figuraron entre otros países como China, España, Dinamarca, Francia e Italia y hubo 5 votos negativos, que representan el 6%, entre los que estaban Estados Unidos y Cuba. Además, se han producido 11 abstenciones, entre ellas las de Alemania y Austria.
En el proceso han participado 91 países y 42 organizaciones con estatuto de enlace por parte de ISO, bajo la dirección de los miembros de ISO en Brasil y Suecia. Estas personas han incluido a representantes de la industria, gobiernos, trabajadores, consumidores, organizaciones no gubernamentales, investigadores y académicos, con un equilibrio tanto geográfico como de género. Con esta iniciativa internacional se pretende dar una orientación armonizada a nivel mundial sobre la responsabilidad social, de forma que el documento incluya conceptos y ámbitos sobre este nuevo campo de conocimiento.
Entre los principales puntos de discusión que tuvieron lugar durante su elaboración destaca el concepto de discriminación, donde se constataron diferencias culturales entre Occidente y Oriente, así como los asuntos referentes a la orientación sexual en el marco de los recursos humanos.
Otro de los aspectos más conflictivos, es que la Guía es una norma internacional con la característica de que no es certificable, pues “estamos hablando de lo que las organizaciones “deberían” hacer y “no qué deben hacer” ha señala la experta de la ISO Perla Puterman, para intentar acallar las críticas de aquellas empresas que argumentan que la RSC no se debe imponer pues perdería la capacidad de mejora e innovación que cada organización aporta e integra a su estrategia empresarial.
Vea: >> La ISO 26000: ¿Qué deberían hacer las organizaciones en RSC?